A medida que estudiamos la Palabra de Dios y encontramos nuevos desafíos para nuestra vida y nuestro ministerio, el Espíritu Santo va iluminando cada vez más las mismas antiguas Escrituras. La verdad de Dios es absoluta. Pero nuestro entendimiento de ella requiere de trabajo serio y de disposición a ser guiados por el Espíritu Santo. A medida que vivimos, deberíamos buscar ser aprendices humildes, reconociendo nuestro entendimiento limitado de la mente de Dios y Sus maneras de obrar. ¡No podemos acomodar todo dentro pequeñas cajas doctrinales! ¡El Señor ha escogido dificultarnos las cosas a los que preferimos la comodidad de una Teología Sistemática! Esto asegura que hasta que lleguemos a la casa del Padre, nos veamos forzados a depender del Espíritu Santo para entender y aplicar las Escrituras.

Sin embargo, el hecho de que Dios haya escogido revelar Su mente de forma escrita – con verbos, sustantivos, figuras de lenguaja y utilizando reglas gramaticales normales – asegura que la revelación no se convierta en algo subjetivo.

Con el tiempo, algunas enseñanzas – o doctrinas – bíblicas nos parecen más claras. Las comparamos con el resto de la Escritura. Nos persuadimos por completo. Tomamos decisiones basados en ellas. Descansamos en ellas.

«Pero persiste en lo que has aprendido
y te persuadiste…
has sabido las Sagradas Escrituras,
las cuales te pueden hacer sabio para la salvación
por la fe que es en Cristo Jesús.
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil…
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra.»
– 2 Timoteo 3:14-17

A continuación encontrará una breve declaración doctrinal. Si me pidiera una declaración exhaustiva, yo señalaría su propia Biblia. Esta declaración está aquí para responder a aquellos que naturalmente preguntan: «¿De dónde proviene este autor?» y «¿Está en lo correcto?». ¡A todos nos gusta evitar sorpresas desagradables!

Estas forman parte de mis convicciones. Creo en:

Dios

Solo hay un Dios verdadero, eterno y todo poderoso. La naturaleza de Dios es revalada a nosotros en la Biblia: El Padre es Dios; el Hijo (Jesucristo) es Dios y es diferente del Padre; el Espíritu Santo es Dios, es una persona, y es diferente del Padre y del Hijo. Esta verdad armoniza con el hecho de que «el Señor nuestro Dios, el Señor es uno». Algunas realidades espirituales son difíciles de expresar adecuadamente en un idioma creado para el mundo natural. La descripción de algunas realidades, como la naturaleza de Dios, nos parece contradictoria. No digo que la entiendo, pero acepto por la fe la revelación que Dios hace de sí mismo. Esta se conoce comúnmente con el nombre de la Trinidad o la Naturaleza trina de Dios.


La humanidad

El hombre y la mujer fueron creados por Dios a Su imagen. Cada humano es igualmente valioso para Dios y es amado profundamente por Él. La vida es sagrada. La humanidad fue creada perfecta – sin pecado.


El pecado

El pecado todo aquello que no está en armonía con la voluntad de Dios. Es el fracaso en vivir de acuerdo con lo que Dios espera de nosotros – en pensamientos, en palabras, en acciones y en la forma de ser. Ya que el pecado ha entrado en el mundo, nacemos con la inclinación a pecar. Cada parte de nosotros es tentada por el pecado. De no ser por la iniciativa de Dios, estamos condenado.


Jesucristo

Jesucristo es Dios hecho carne – verdaderamente hombre y verdaderamente Dios. Debemos adorarle como a Dios. Fue concebido por obra del Espíritu Santo en el vientre de la virgen María. Vivió una vida sin pecado y fue crucificado, y murió en realidad – llevando el castigo de nuestro pecados sobre Su cuerpo en la cruz. El Padre le resucitó al tercer día, y ahora vive e intercede por nosotros.


La salvación

Jesucristo es el único Salvador. Él murió en la cruz en representación del mundo entero. Aquellos que se arrepienten y le entregan su vida (es decir, creen) reciben el beneficio de Su muerte – la salvación eterna. Una vez que un pecador ha sido salvado, nunca será condenado. No podemos hacer nada para ganar o conservar este regalo de salvación. Es un don gratuito. La fe salvadora cambia la manera en la que vivimos – debe haber frutos. Puesto que Jesús dijo que Él es «el camino» y «nadie viene al Padre sino por mí», aquellos que lo rechazan están perdidos. Les espera el castigo eterno.


El Espíritu Santo

A través de las Escrituras, se ve al Espíritu Santo con características de una Persona Divina. Él es la Persona particular de la Trinidad a través de la cual Dios obra en nosotros. El Espíritu Santo nos convence del pecado, regenera y guía al creyente. Una persona recibe al Espíritu Santo en el momento en el que nace de nuevo. De ahí en adelante, cada cristiano tiene la responsabilidad de ser lleno del Espíritu Santo y someterse a Su dirección.


La Biblia

La Biblia entera (sin los libros apócrifos) es la Palabra inspirada de Dios. Es la única base de autoridad en todos los asuntos de fe y práctica cristiana. Debe leerse y estudiarse utilizando las reglas normales de la gramática, identificando figuras del lenguaje, tomando en cuenta su contexto histórico, geográfico y cultura. Se deben diferenciar los tratos de Dios con la nación de Israel y con la Iglesia. La Palabra de Dios es viva y activa. Se necesita la guía del Espíritu Santo para entenderla y aplicarla correctamente.


La Iglesia

El Señor Jesús empezó una nueva entidad: la Iglesia. Él dijo: «Edificaré mi iglesia». Esta Iglesia está formada por todos los verdaderos cristianos nacidos de nuevo. Cristo es la única Cabeza de este cuerpo universal de creyentes. Los creyentes deben reunirse y formar asambleas o iglesias locales. Cristo ha delegado autoridad limitada a sus líderes locales para que cuiden del rebaño local. Cristo se hace presente donde hay 2 o 3 cristianos reunidos en Su nombre. Cada asamblea o iglesia local tiene la responsabilidad de filtrar a quiénes recibe en su comunión – esto requiere cierto grado de madurez cristiana y una dependencia real del Señor.


El Bautismo y la Cena del Señor

El bautismo en agua normalmente debe seguir a la conversión. La celebración de la Cena del Señor debe practicarse colectivamente con regularidad.


El futuro

Hay muchas cosas aquí que aún no están claras para mí. Pero algunas son sencillas: después de la muerte hay solamente dos destinos – con Cristo en la gloria y sin Cristo en tormento eterno. Jesús prometió preparar un lugar para nosotros en la casa del Padre. El Señor mismo descenderá del cielo. Los muertos en Cristo se levantarán primero. Luego, aquellos que estén vivos, serán tomados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. Para esta tierra, las Escrituras describen un tiempo futuro de tribulación y mil años de paz. En cumplimiento de Su promesa, habrá un nuevo cielo y una nueva tierra, la morada de los justos. “Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.”